miércoles, 11 de septiembre de 2013

En busca de un Perú ganador


Hoy miércoles 11 de setiembre, mi hija menor me preguntó si había ganado Perú. “No solo perdimos, nos eliminaron del mundial”, le contesté y ella sonrió.  A ella no le gusta el fútbol como a mí y creo que hasta ahora no comprende por qué sigo los partidos de la selección cuando para ella “siempre van a perder”. Esta realidad no deja de asustarme, porque a mis 48 años he tenido el privilegio de ver clasificado a nuestra selección para los mundiales de Argentina 78 y España 82. Es decir, he visto al Perú superar el escollo de las eliminatorias y llorar, quinceañeramente, de alegría por la clasificación. Pero mi hija de 16 años, todavía, no ha visto a un Perú ganador.
Las puertas del colegio todavía estaban cerradas y mientras esperábamos en el auto, aproveché el momento para darle a mi hija una charla sobre la actitud de algunos de nuestros jugadores en el último partido contra Venezuela. “Puedes ganar o perder en la vida, pero no debes dejar de luchar”, le dije dándole a entender que varios de los jugadores no tuvieron corazón para defender la camiseta. Ella me miró seria y proseguí: “No es solo en el fútbol, ocurre en cualquier otro deporte y hasta en la vida. Lo que preocupa es que los peruanos nos estamos acostumbrando a perder y lo peor es que las nuevas generaciones se están acostumbrando a eso”.
La explicación socio-histórica que siguió fue la siguiente: “Todo comenzó cuando nos conquistaron los españoles equivocados que casi borraron del mapa a nuestra cultura inca, que pudo sobrevivir gracias a su grandeza hasta hoy. Pero las consecuencias son las que vemos: peruanos inseguros y carentes de identidad por el dominio de una cultura europea sobre la andina, que se tradujo en la más terrible discriminación.”
En los ojos de mi hija observé su perplejidad: “¿Qué tenía que ver todo esto con el fútbol?”. Ignoré su mirada interrogante y proseguí: “Otro hecho que marcó a los peruanos fue la Guerra del Pacífico. Fuimos derrotados y humillados por el invasor y eso fue un duro golpe para la población. Por eso, salió Gonzales Prada con su famosa frase “los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra”, porque este gran intelectual peruano, además de revalorar la cultura inca, responsabilizaba a los viejos gobernantes de entonces de la derrota en la guerra.”
“Tú no lo has visto, hija, y espero que nunca lo vivas, pero los peruanos también hemos sobrevivido a la hiperinflación, es decir cuando el dinero no vale nada, al terrorismo, cuando había apagones porque volaban las torres y colocaban coches bomba en las calles. Todos los días encontraban muertos y la vida no valía nada y eso te lo deben haber dicho en el curso de historia”, le recordé.

Ya no podía contar más. Las puertas del colegio se abrieron. Mi hija se bajó del automóvil y me miró ya no con ojos interrogantes. Espero que haya comprendido que en sus manos, en su generación, está convertir al Perú en un ganador.         

miércoles, 14 de agosto de 2013

Todo comenzó en Orrantia

La invitación fue muy sencilla, creo que era el verano de 1999, y no me hice de rogar: "Oye, Rizo, los muchachos de la redacción se están juntando para jugar los sábados en una cancha de pasto en Orrantia, a ver si vienes", dijo Mario Cortijo con ese rostro de "vamos a ver si tapas". Lo que Mario no sabía es que en Puno, donde trabajé entre 1995 y 1998, había jugado algunos campeonatos entre colegas afiliados al Colegio y a la Federación de Periodistas. Ese sábado, noté que era diferente tapar en Puno que en Lima, sobre todo después de una "para" de unos seis meses. Fue un día de barro, porque había llovido veraniegamente, y me hicieron algunos goles torrejas, por lo que me gané merecidamente el apodo de "mantequilla, Rizo", pero asimilé los errores con garra y comencé a aprender, a dedicarme a mejorar la técnica como un buen aficionado al arco. En ese entonces me encontraba en la base tres e intentaba "volar" y mejorar los "mano a mano". Todos los muchachos me ayudaron, sin querer queriendo, a mejorar. Sin embargo, en los partidos claves, con otros equipos, no me escogían como arquero titular. Y yo, francamente, no lo tomé a mal, al contrario, era una invitación a buscar la ansiada regularidad que un arquero, por más aficionado que sea, siempre quiere lograr. Durante estos años, he sido testigo, por ejemplo, de evidentes evoluciones futbolísticas como las de Pedro Ortiz, Adolfo Bazán, Italo Sifuentes, Tomás Ágreda, Samuel Lizana, entre otros, y, recientemente, de Octavio, quienes sin duda asimilaron las enseñanzas de jugar semana a semana con amigos que nos quieren bien y que ahora dan que hablar. Todo comenzó, pues, para mí, en Orrantia, una cancha implementada en un terreno rellenado, al borde de un barranco, y con los arcos curiosamente desnivelados, pero que guarda todavía ese romanticismo futbolero de antaño, donde al final del partido, se matizaba con unas  "chelitas, bien helenas" y, eventualmente, con alguna parrillada de aniversario. Eso sí, ya perdimos la cuenta de cuántas pelotas se perdieron, cuando nuestros bombarderos querían anotar en el arcoiris y dirigían sus disparos ligeramente elevados al circuito de playas.
Ahora que ya nos hemos sofísticado, jugando en la cancha de césped artificial del Aelu, no hay forma de echarle la culpa a los huecos, al barro o a la cancha desnivelada. También, hasta en eso, hemos mejorado: ahora la culpa no solo es del arquero, de la pelota, o del árbitro, sino de los "tablistas" o los "invitados" que nunca vienen en invierno, pero sí en verano en desmedro de nuestras viejas glorias de Balón y Pluma que no pueden jugar todo lo que quisieran. Estas frases, peleas, reclamos y estadísticas, forman y siempre serán parte de la tradición oral de este inmejorable grupo humano. Todavía me parece increible como estos amigos de la pelota, después de 18 años, pueden sentirse tan identificados con un sábado o con un miércoles típicamente futbolero y que, religiosamente, separen dos horas en su agenda, llueva o truene. Creo que por todo lo hecho, Balón y Pluma merece una crónica en algún medio nacional, total ya somos mayores de edad y estamos seguros que esos 18 años, los hemos ganado a pulso. Feliz aniversario y gracias por permitirme ser parte de sus recuerdos futboleros.

martes, 1 de noviembre de 2011

ANÁLISIS DE LA PELÍCULA EL DOCTOR

La vida cotidiana del médico cirujano Jack Mackee está distorsionada por su dedicación exclusiva al trabajo, pues siempre tiene que estar en contacto con sus pacientes o con el hospital donde trabaja, incluso hasta en su tiempo libre. Toda esta situación evita una retroalimentación con su esposa Anne y su hijo Nicky. Este último es el más perjudicado, pues recibe una mala influencia del padre-médico que no le dedica tiempo para compartir con él, lo cual es clave si consideramos a la familia como el principal agente de socialización (Giddens.109, pp.). El problema es que la esposa Anne (hija de médico) se adapta también a este modelo que vuelve insensible a la familia, con los estragos obvios para el hijo de ambos, quien hasta se sorprende cuando su padre está en casa. Ahora, es muy probable que el mismo doctor Mackee provenga también de una familia similar y lo único que está realizando es imitar el modelo que, materialmente hablando, lo convierte en un profesional de éxito. Un ejemplo del comportamiento que adopta el niño por la conducta del padre-médico es la escena en la cual, el doctor Mackee le trata de explicar sobre su enfermedad. El niño lo mira entre asustado y sorprendido y, ante esta situación embarazosa, prefiere alejarse. La insensibilidad del padre está cosechando sus frutos en el menor. El mecanismo de defensa del doctor Mackee es la ironía para evitar identificarse no sólo con sus pacientes, sino también con su familia. De esa forma evita el diálogo sobre los problemas que ya existen con su esposa Anne y, ella lo asume insensibilizándose, como una forma de comprender a su esposo y como se dice “llevar la fiesta en paz”. El problema de fondo es que ya está a punto de estallar una bomba de tiempo familiar que se desencadena con la enfermedad del doctor Mackee. El cirujano, dejando de lado su soberbia, decide entonces pedir ayuda a su esposa y esa fue su tabla de salvación, pues despierta la sensibilidad de ella y el sentimiento entre ambos. Antes, Anne le revela a su esposo que sólo puede estar pendiente de la vida de él a través de la secretaria del hospital. Una vez operado del tumor en la garganta y sin poder hablar, escribe en una pequeña pizarra a su esposa la palabra mágica: te necesito. Esto provoca una reacción que no sólo cambia definitivamente la perspectiva de vida del médico cirujano, sino también las relaciones con su familia y con todos los otros agentes de socialización.

Cuando el médico cirujano Jack Mackee acude a su primera consulta se topa con que la otorrinolaringóloga Leslie Abbott tiene su misma escuela, es decir ella es tan soberbia como él y mantiene la misma postura de insensibilidad médico-paciente. El médico siente que es tratado como si fuera un artefacto malogrado y empieza a percibir lo que siente todo paciente o enfermo: vulnerabilidad. Y eso salta a la vista cuando la doctora Abbott le dice a Mackee, “y sin anestesia”, que tiene un tumor en la garganta, mostrando un rostro de piedra. Pero al cirujano, experto en operaciones al corazón y al pulmón, su cambio de médico a paciente le tiene más sorpresas cuando debe someterse a una biopsia en el propio hospital donde trabaja. El médico cirujano experimenta lo que es el protocolo del hospital cuando le traen una silla de ruedas para trasladarlo, pero él se niega a ello, pues se siente en condiciones físicas de realizarlo a pie. El encargado de llevarlo le explica que de esa forma el hospital evita una posible demanda en caso se caiga en el trayecto. Otro detalle: debe llenar una serie de formularios en admisión. Pero de esto recién se entera después de media hora y cuando se acerca a averiguar, pues de lo contrario ni lo llamaban. El colmo fue cuando en una habitación compartida, después de la biopsia y sedado, le aplican por equivocación un enema que le tocaba al otro paciente, un policía. Los rasgos característicos de la burocracia (Weber, 1-2, pp.) también se observan en toda su dimensión, cuando debe llenar otros formularios en radioterapia, pues, le explican, que con radiología son departamentos diferentes. En radioterapia le dicen que debe realizarse el tratamiento contra el tumor en la garganta todos los días, por seis semanas, pero le advierten que debe esperar su turno y por orden de llegada. En una consulta le avisan que el médico no ha venido y, por lo tanto, no habrá tratamiento. Con él hay varios pacientes enfermos de cáncer. Entre ellos está Ellis June, quien tiene un tumor cerebral. Entre ambos hay una conexión: ambos sufren de cáncer y empiezan a apoyarse. Ella es fundamental, pues hace comprender al médico que debe decir la verdad y abrir sus sentimientos hacia los demás. El doctor Mackee insiste en tener un trato especial como cirujano del hospital y reclama que en este establecimiento existe la cultura de las disculpas, pero que igual se siguen cometiendo errores en la atención a los pacientes. También le revela a June que el tumor en su cerebro pudo haber sido detectado con una resonancia, pero que no se la hicieron porque el deshumanizado sistema de seguros dirige las pruebas que se deben realizar. El punto de quiebre se produce cuando Jack Mackee irrumpe en la consulta, rompiendo el cerco burocrático, y le dice a la doctora Abbott que ella no es la persona indicada para operarlo, porque no sabe cómo se siente como paciente. Luego, le augura que, cuando sea paciente alguna vez, como él, lo comprenderá. Abbott, soberbia, le arroja su historia clínica en respuesta. Aquí Mackee acude al cirujano Eli Blumfield, quien tiene una relación más personal con los pacientes, para que lo opere. Este acepta realizar la operación al día siguiente y en su día libre. Antes, el médico ve morir a June. Luego de la intervención a la garganta, Mackee vuelve a su trabajo después de algunos días y con otra visión de vida. Incluso, realiza una operación de trasplante de corazón a un paciente latino con quien establece una relación de más confianza, ante la sorpresa de su equipo. En resumen: el cambio del doctor Mackee se produce cuando experimenta la otra cara de la medalla: ser paciente de un hospital.

Los cirujanos del hospital forman un equipo, liderados por el doctor Mackee, quien es el abanderado para que los estudiantes y médicos de su grupo, entre ellos el doctor Murray Kaplan, no se involucren humanitariamente con los pacientes. Durante el ritual de la visita médica, que muestra el poder del médico en el hospital (Foucault. 31, pp.) a los médicos residentes (estudiantes) los instruye con el mensaje: “Cortas, curas y fuera”, como la mejor manera de realizar su trabajo médico. La excusa: el cirujano tiene poco tiempo para la dedicación humanitaria, por lo que compadecerse del paciente es peligroso. Es decir, para el médico la compasión quita tiempo para salvar una vida. Dos ejemplos: a un joven que trató de suicidarse arrojándose de un quinto piso, le dice en el post operatorio que mejor juegue golf para que se sienta más aburrido de la vida, mientras que a sus médicos amigos les dice que lo instruyan para que la próxima vez se arroje de un décimo piso. Otra paciente, preocupada por las cicatrices en su pecho y la reacción de su esposo, le dice que este debe pensar que las huellas de las grapas son similares a la página central de una revista Playboy. En el otro extremo, está el otorrinolaringólogo Eli Blumfield, quien sí se involucra con sus pacientes y trata de darles confianza, aunque reconoce que Mackee es un buen médico cirujano. Pese a ello, Mackee lo subestima y busca a la desconocida, doctora Abbott, para que vea su caso inicialmente. La relación entre Mackee y Kaplan es de más de 14 años y por eso establecen una alianza para cubrirse laboralmente ante cualquier eventualidad. Esta solidaridad se aplica cuando se difunde la información de la enfermedad de Mackee y le piden que descanse, pero este se niega, pues quiere seguir ejerciendo. Al final, debe dejar de operar porque pierde la confianza.

Esa alianza se aprecia en un caso de negligencia de Kaplan, que en un primer momento es respaldado por Mackee, pero eso cambia cuando este averigua que su colega en realidad cometió un error que le produjo consecuencias a su paciente. Mackee se da cuenta que la relación entre colegas no significa complicidad. Luego de la conversión de Mackee, y aprovechando las enseñanzas que les da a los médicos residentes, coordina con el personal del hospital (enfermeras, técnicas, ayudantes) para que a todos ellos se les ponga la bata de pacientes y se sometan a los análisis que normalmente se someten a los enfermos. Con esto, Mackee quiere hacer comprender a los futuros médicos que estaba equivocado y que los pacientes necesitan el apoyo y la confianza del médico y que es necesario identificarse con ellos. Es interesante este punto, pues prueba el concepto de que, pese a que los agentes sociales (con la hipótesis de que Mackee haya adquirido esta formación de sus padres, la universidad, etc.) pueden condicionar nuestra personalidad, valores y comportamiento, siempre existe el camino de la conversión. “la socialización también es el origen de nuestra propia individualidad y de nuestra libertad. En el curso de la socialización cada uno desarrolla un sentido de la identidad propio y la capacidad de pensar y actuar de un modo independiente” (Giddens. 119, pp.).


El cuaderno de Maya: una novela para adolescentes

Había escuchado hablar de Isabel Allende por La casa de los Espíritus y es por eso que cuando en la UPCH me dijeron que debía leer El cuaderno de Maya no dudé en comprar el original y tratar de descubrirla. Luego de leer la novela creo que todavía no la he descubierto, por lo que prometo prestarme sus otras obras para tener una opinión más justa de esta escritora chilena. No me gustó el principio y la imprecisión de que el pisco sour es la bebida nacional de Chile.  Tal vez es una forma de crear polémica, pero que no favorece en nada a la ficción. El monólogo de la abstinencia de Maya es muy bueno y lo mejor del libro, pero todo lo demás es muy previsible. Desde el inicio se sabe que Manuel Arias tiene algún parentesco con Maya Vidal y que es utilizado por la abuela Nidia Vidal para salvar a la nieta de las garras de la drogadicción y ocultarla de los malos. Cuando apareció Brandon Leeman en la escena y tomó a Maya bajo su cuidado, creímos que la trama se iba a desencadenar en que este era un hijo secreto del Popo (Paul Ditson II), pero nos equivocamos y la novela transcurre sin más sorpresas. Andrés Vidal y Marta Otter, los padres de Maya, son toda una patética alegoría al egoísmo, mientras que Mike O’Kelly, enamorado platónicamente de Nidia Vidal, es todo un ejemplo de redención por haber superado las drogas y ayudar a otros para salir de sus garras. El Popo es la conciencia de Maya y de Nidia Vidal, es el hombre paternalista y protector que les da la oportunidad de vivir, pese a que sus vidas no han transcurrido con coherencia. Y Maya trata de encontrar en Daniel Goodrich, el psiquiatra mochilero, una extensión de esa vida protectora que no consigue y que la hace sufrir de amor, lo cual era obvio. El personaje de Manuel Arias merece una mención especial, un hombre sufrido y con las huellas de la dictadura de Pinochet, que tiene miedo de amar a Blanca Schnake, pero que la aparición de su inquieta nieta Maya lo hace revivir, cuando ya se había resignado a morir en la soledad de Chiloé. El pequeño drogadicto Freddy es también un personaje ancla que aparece cuando se le necesita, al igual que Olympia Pettifor y las Viudas por Jesús. Debo concluir que El cuaderno de Maya es una novela que debe ser leída por adolescentes, pues ellos podrán encontrar sin problemas y sin fatiga el colofón que la autora ha tratado de impregnar en el libro. Sin embargo, no hay que perder de vista que las drogas no solo afectan a los miembros de las familias que no están constituidas, sino a todas. Acabo de dejarle el libro a mi hija adolescente. Si lo lee creo que no se arrepentirá, aunque le he dejado un mensaje: “El pisco sour es peruano, lo que dice la autora solo es ficción”.    

martes, 2 de agosto de 2011

Una experiencia educativa adulta


La edad no es un obstáculo para culminar una carrera universitaria. Al contrario, es la oportunidad para capacitarse y establecer una alianza con los nuevos tiempos en que la buena información se ha convertido en un nuevo poder.

Al principio es difícil. La concentración propia de la juventud es un recuerdo lejano después de los cuarenta años. Y eso no es todo, porque después tocan a la puerta las evidencias que más asustan: las cifras y los conceptos se muestran a la deriva en algún lugar recóndito de nuestra memoria.

Sin embargo, cuando la embarcación parece estar a punto de naufragar y no hay ninguna isla donde guarecerse de la tormenta perfecta, aparece el salvavidas, esa experiencia de vida que pone los ejemplos justos y hace sonrojar a la teoría más elucubrada y vigente.

Entonces, ocurre lo inesperado. La mente y el cuerpo analizan la situación y acuerdan una vez más, como en los viejos tiempos, unirse para demostrar que están prestos a la lucha. Pero en pleno éxtasis por el armisticio conseguido, surge otro problema: dedicamos ocho horas al día en procurarnos ingresos para sobrevivir. Una situación compleja que demanda un esfuerzo adicional y por la que la mente y el cuerpo amenazan con una huelga si es que no hay incentivos.

En esta disyuntiva aparece la fuerza de voluntad, aquella que se ha formado a través de los años y que busca conseguir la aprobación por tamaño esfuerzo que ya no solo sorprenderá a los hijos, sino hasta a los amigos que se regodean sobre las extrañas manifestaciones de la andropausia.

¿Se puede estudiar una carrera profesional en la edad madura y con un trabajo de por medio? Sin duda. El ser humano se adapta a diversas situaciones. Por ejemplo, una de ellas es acostumbrarse a que los distraídos estudiantes o vigilantes te confundan con el profesor.



¿Cuál fue la razón de fondo para que Hipólito Unanue creara el famoso y trascendental Anfiteatro Anatómico?


INTRODUCCIÓN
La historiografía de Hipólito Unanue (1755-1833) se puede resumir como la vida de un científico, médico e intelectual criollo que debe adaptarse no solo a la nueva concepción del conocimiento humano, promovido por la ilustración europea, sino también a las nuevas formas de gobierno promovidas por la corriente libertadora en el Nuevo Mundo.
Fue sin duda una situación compleja para Unanue cambiar su ritmo de vida, pues estaba bien considerado por las autoridades españolas. Por ejemplo, el virrey Francisco Gil de Taboada y Lemus lo nombró cosmógrafo mayor del reino (1792), mientras que el virrey Fernando de Abascal y Souza lo designó protomédico general (1807). Ambos estaban convencidos de sus amplios conocimientos médicos, geográficos y del medio ambiente.
Hay que considerar también que Unanue participó en las Cortes de Cádiz en representación de Arequipa en 1813 y fue delegado del virrey Joaquín de la Pezuela durante las conversaciones con los delegados de San Martín, en 1820. Es decir, no se manifestaba ajeno a las ideas realistas.
Después de la Independencia, Unanue ocupó el cargo de ministro de Hacienda, durante el Protectorado de San Martín, y durante el gobierno de Bolívar tuvo cargos similares. Sin duda fueron días difíciles para el ilustre médico, sobre todo porque en sus inicios defendía un gobierno monárquico para el Perú. Su cambio empezó a producirse, según sus biógrafos, cuando firmó el Acta de Independencia y al convertirse en amigo personal de Bolívar.
Este preámbulo, pese a las consideraciones políticas citadas anteriormente, pretende en realidad situar a Unanue dentro de su experiencia médica y científica para contestar la siguiente interrogante: ¿Cuál fue la razón de fondo para que Unanue creara el famoso y trascendental Anfiteatro Anatómico en el Hospital Real de San Andrés en 1792?

ARGUMENTOS
La historiografía disponible expone como un hecho que perseguía mejorar la enseñanza de los médicos y cirujanos de la época, sin embargo consideramos que el pensamiento del ilustre médico buscaba demostrar también que en estas tierras se podía formar eruditos capaces de elaborar estudios científicos tan importantes como en Europa.
Según Marcos Cueto, entre 1791 y 1794, la Sociedad Amantes del País, publica en el Mercurio Peruano, un total de 25% de artículos científicos relacionadas con la medicina, la física, la historia natural y la química. De esta forma, los ilustrados del Virreinato del Perú respondían al naturalista francés Georges Louis Leclerc, conde de Buffon (1707-1788), que atribuía limitaciones intelectuales a los americanos con respecto a los europeos.
Hipólito Unanue, según Oswaldo Salaverry, publicó 55 artículos, de los cuales 8 son de carácter médico. De todos ellos, nos interesan dos publicados en 1972: “Precauciones para conservar la salud en el presente otoño” y “Resultado del pronóstico y precauciones para el otoño”. La razón: aquí se puede observar su acercamiento a la denominada medicina topográfica, es decir hacia la corriente del neohipocratismo (la naturaleza sirve para curar).
¿Qué es la medicina topográfica? Para Salaverry es la propuesta médica que identifica los lugares saludables y los diferencia de los contaminados. En resumen: distingue las zonas en las que el ser humano tiene más posibilidades de tener una vida más sana, sin dejar tampoco de lado las condiciones meteorológicas que facilitan la curación del paciente.
Hay que señalar que en estas épocas, Unanue todavía no publicaba su obra cumbre: “Observación sobre el clima de Lima y su influencia en los seres organizados, en especial el hombre”. Por eso, es muy importante recordar el discurso que pronunció este ilustre médico cuando inaugura el Anfiteatro Anatómico en 1792. Según Cueto, en este documento “Decadencia y Restauración del Perú”, Unanue resaltaba las ventajas que tendría la enseñanza de la anatomía para la sanidad y el progreso del país.
Aquí vemos que Hipólito Unanue no solo buscaba mejorar los métodos de enseñanza y unir a los médicos y a los cirujanos en un solo bloque, a través de las denominadas conferencias médicas. Según Salaverry, también quería consolidar un núcleo de profesores, médicos y cirujanos conocedores de los tratamientos de las enfermedades vinculadas al clima de Lima, es decir un grupo con formación en medicina topográfica.
En coherencia con su pensamiento, Unanue promueve a través del Mercurio Peruano, donde escribía con el seudónimo de Ariosto, que los difuntos ya no se sigan enterrando debajo de las iglesias, que se limpien las calles, que se instalen alcantarillados y que se facilite a la población agua potable, pues estaba convencido que la higiene era la mejor prevención contra las enfermedades, lo cual lo ubica como uno de los precursores en el Perú del Higienismo, corriente médica que se desarrollará con plenitud en el siglo XIX.
La publicación de su obra en 1806 “Observación sobre el clima de Lima y su influencia en los seres organizados, en especial el hombre”, recibe notables elogios en España, según señala Salaverry. Incluso, en la península ibérica los eruditos critican que el libro se haya publicado en el Nuevo Mundo y no en Europa, sobre todo sobre un tema (la topografía médica) dominado por los intelectuales de Francia e Inglaterra.
Según Orosco, el libro tiene cinco secciones que se ocupan de las generalidades de Lima, sus influencias en el ingenio y las enfermedades y los medios de curación y en donde Unanue cita a Hipócrates, Celso y Galeno, entre otros autores. También relaciona los cambios climáticos con las alteraciones físicas sufridas por plantas y animales, entre otros temas, además de declararse partidario del ejercicio físico y de la buena ventilación en los hospitales del Virreinato.
De acuerdo con lo señalado por Salaverry, este libro está relacionado con la medicina topográfica, con una clara influencia de los estudios del médico inglés Thomas Sydenham (1624-1689), quien durante una epidemia ocurrida en Londres en 1660, observó que las condiciones de morbilidad (enfermedad) y mortalidad estaban relacionadas con las condiciones del clima.
Asimismo, según la historiografía de Unanue, esta obra fue el eje para que se desarrollaran el Higienismo y la Medicina Geográfica (tratamiento de enfermedades localizadas en determinadas partes del mundo) y cuya influencia alcanza hasta el Siglo XX. Incluso hay voces que buscan denominarla de este modo en vez de llamarla Medicina Tropical.
Para Ballón, el libro de Unanue también provocó la sorpresa del geógrafo y naturalista alemán, Alexander von Humboldt (1769-1859), quien afirmó luego de leerlo que era un excelente tratado de fisiología.
Según Carlos Cueto, Unanue es también importante por la defensa que hizo de la medicina y de la ciencia para el engrandecimiento del país, por su visión ilustrada sobre el clima y la salud y por la revalorización de los conocimientos indígenas para el tratamiento de las enfermedades.
Sobre sus ideas iniciales a favor de un gobierno monárquico, que contradecían el ideal libertario (cabe destacar que en realidad la mayoría de la intelectualidad limeña apostaba por una reforma moderada sin separarse de España), Raúl Porras Barrenechea señala que Unanue no era un hombre de revolución, sino “…un adherente, prestigioso y benemérito”.

CONCLUSIONES
De todo lo expuesto, podemos concluir que Hipólito Unanue fue un intelectual y médico criollo que decidió dedicarse con fervor a la enseñanza de la medicina para buscar mejorar la calidad de vida de la población y combatir las enfermedades que asolaban Lima por las deficientes condiciones de sanidad e higiene de esa época.
La creación del Anfiteatro Anatómico fue la cristalización de este proceso que pretendía además la formación de un grupo de élite, integrado por médicos, cirujanos y profesores, conocedores en los tratamientos de las enfermedades a través de los climas benéficos que después se denominó medicina topográfica.
La creación de la Sociedad Amantes del País fue el primer paso, digamos desde el punto de vista enciclopedista, para reunir todos los esfuerzos de la intelectualidad de esa época en una sola publicación (El Mercurio Peruano) para poner en letra de molde sus inquietudes científicas y de mejoramiento de la calidad de vida de la sociedad.
La publicación de la obra cumbre de Unanue “Observación sobre el clima de Lima y su influencia en los seres organizados, en especial el hombre”, permite exponer al Viejo Mundo que en estas tierras también había intelectuales con los conocimientos suficientes para aportar en la ilustración de la época.
Consideramos que la razón de fondo de Hipólito Unanue para crear el Anfiteatro Anatómico no solo fue el criterio de mejorar la enseñanza de la medicina en el país, sino el comienzo de una respuesta práctica hacia la ilustración europea de la época que discriminaba a la intelectualidad del Nuevo Mundo.
También es importante destacar el cambio ideológico en Unanue que, de un conspicuo defensor del gobierno monárquico, participó luego en el movimiento libertario, incluso hasta suscribiendo el Acta de Independencia. Para nosotros se tuvo que adaptar a los nuevos tiempos y lo hizo tal como se esperaba en la naciente República.

BIBLIOGRAFIA
1.- Ballón, Carlos. 2005. Hipólito Unanue visto por Augusto Salazar Bondy: La tradición
organicista de la ciencia en el Perú. Anales de la Facultad de Medicina de San Fernando.
Lima. UNMSM.

2.- Casalino, Carlota. 2005. Hipólito Unanue y la construcción del héroe. Análisis de la
relación entre el Estado-Nación y la sociedad peruana en su esfera cultural. Anales de la
Facultad de Medicina de San Fernando. Lima. UNMSM.

3.- Cueto, Marcos. 2005. La ciencia de la adversidad: Un esbozo de la historia de la ciencia
en el Perú. Lima. Concytec.

4.- Cueto, Marcos. 1989. Excelencia científica en la periferia, actividades científicas e
investigación biomédica en el Perú 1890-1950. Lima. Grade.

5.- Luna, Javier. 2001. Archivos bolivianos de la historia de la medicina. La Paz.
Academia Boliviana de Historia de la Medicina.

6.- Salaverry, Oswaldo. 2005. Los orígenes del pensamiento médico de Hipólito Unanue.
Anales de la Facultad de Medicina de San Fernando. Lima. UNMSM.

7.- Villanueva, Julio. 2005. Biografías. Lima.

viernes, 29 de julio de 2011

Epidemia de dengue en Lima: ¿Un riesgo real para el 2012-2013?

INTRODUCCIÓN

En Iquitos, a comienzos de 1990, los habitantes de la periferia urbana no se explicaban por qué de un momento a otro les subía la temperatura y les dolía el cuerpo, tanto que los obligaba a quedarse en cama hasta por una semana. La mayoría confundía el trastorno con alguna fiebre provocada por la contaminación de los ríos Itaya y Nanay, afluentes del caudaloso Amazonas.
Al principio los iquiteños se quedaban en casa y trataban de soportar estoicamente las insoportables jaquecas, los escalofríos, las nauseas y la inapetencia que les provocaba la enfermedad y que solo algunos colombianos o brasileños, que llegaban de paso por Iquitos, comprendían en toda su gravedad.
Eso sí, los lugareños ya se habían dado cuenta que ciertos zancudos con bandas blancas en las patas habían aumentando y proliferaban por los floreros, cilindros con agua o en cualquier depósito donde se acumulaba el agua de la lluvia. Pero para el loretano, la selva es la selva, y la cantidad de insectos que existe son parte de su vida y de su convivencia con la naturaleza.
Es difícil que el hombre selvático comprenda que hay insectos nocivos capaces de provocarle alguna enfermedad grave, pues dentro de su cosmovisión esto solo sucede cuando se ha roto la armonía con la naturaleza. Por eso, a comienzos de 1990, en Iquitos era muy difícil hacer comprender a la población que el Aedes aegypti era el causante de sus altas fiebres y de sus intensos dolores en el cuerpo.
Durante esas épocas, el Programa de Erradicación del Dengue de la Región Loreto (Pedrelor) fue creado por el Ministerio de Salud para impedir que el vector transmisor se multiplicara, por lo que se procedió a fumigar casa por casa y a colocar abate en aquellos lugares donde se acumulaba el agua de las lluvias, con el propósito de diezmar los huevos y las larvas del insecto.
Con el tiempo, tener dengue en Iquitos era como tener un resfrío y la población loretana se acostumbró a sufrir la enfermedad, por lo que después de una semana, el afectado continuaba con su vida normal.
El mal atacó tan rápido en 1990 que los hospitales no se daban abasto para atender a las decenas de asustados pacientes. Precisamente, el primer brote documentado de dengue en el Perú se produjo entre marzo y julio de 1990, en esta ciudad, que alcanzó a afectar a unas 50,000 personas. Ahora se sabe que la variante que tuvo a mal traer a los loretanos en ese año fue el serotipo 1 del dengue.
Otro dato importante: en esa época la información que se tenía de esta enfermedad era muy escasa, por lo que los familiares brasileños y colombianos de los pobladores loretanos se encargaron de informarles, empíricamente, sobre los efectos de este virus. De allí surgió el temor por el mortal dengue hemorrágico que se decía ya se había presentado en esos países.
La población se alarmó todavía más por la certeza de que aquellos que ya habían tenido dengue clásico, podían morir si se enfermaban otra vez, atacados por la variante hemorrágica.
Iquitos es ahora una localidad endémica por dengue, por lo que a inicios del 2011, un brote de dengue hemorrágico provocó la muerte de 13 personas. Luego de la inmediata alerta epidemiológica, la enfermedad fue controlada.
El propósito de esta investigación es alertar sobre la posibilidad de que un brote grave de dengue se pueda presentar en los distritos del cono norte de Lima, sobre todo con la experiencia ocurrida en el distrito de Comas en el 2005, teniendo en cuenta que el Aedes aegypti ha proliferado en esta zona de la capital.
Otro elemento importante a tener en cuenta es la presencia del dengue hemorrágico en el Perú, que podría desencadenar un brote epidémico de inimaginables consecuencias si es que algún paciente infectado en las zonas endémicas entra en contacto con el insecto transmisor en la capital.
Es también esencial manejar la información sobre la posibilidad de un fenómeno de El Niño para el periodo 2012-2013, por lo que se estarían presentando todas las condiciones para una epidemia de este mal, que pondría en riesgo la salud pública en Lima, pues se ha demostrado que las altas temperaturas favorecen la proliferación del insecto transmisor y la incubación del virus en la persona afectada.
Las tareas de prevención son la mejor manera de impedir este riesgo y sabemos que el Ministerio de Salud se encuentra al tanto de este tema. Este aporte pretende demostrar que la sociedad civil también ha tomado conocimiento de este peligro.

CAPÍTULO I


1.1 ¿Qué es el dengue?

El dengue es una enfermedad viral aguda transmitida por la picadura del mosquito, zancudo o vector hembra del Aedes aegypti y que puede desencadenar una epidemia y hasta convertirse en un mal endémico con las consiguientes consecuencias en términos de morbilidad, mortalidad e impacto económico.[1]
El término dengue tuvo su origen en América, entre los años 1827 y 1828, cuando durante una epidemia en el Caribe, los esclavos provenientes de África comenzaron a llamarla “dinga” o “dyenga”, que aludía a un ataque repentino de calambres y estremecimientos provocados por un “espíritu malo”.[2]
La Organización Mundial de la Salud (OMS) identifica a partir del año 2009 dos formas de la enfermedad: dengue y dengue grave. En la primera el paciente sufre de fiebre hasta por una semana, dolor en las articulaciones (artralgia), dolores musculares (mialgia), dolores intensos de cabeza (cefalea), dolores en los ojos, dolor lumbar y erupciones cutáneas.[3]
En la segunda (dengue grave) la sintomatología se agrava con dolor abdominal, vómitos persistentes, acumulación clínica de líquidos, sangrado de mucosas, alteración del estado de conciencia, aumento del tamaño del hígado, entre otros órganos, hasta su afectación grave, además de profusas hemorragias que conducen al choque hipovolémico[4] (el corazón no puede bombear suficiente sangre al cuerpo).
Para efectos de facilitar la comprensión de esta investigación monográfica, y también debido a que la bibliografía recopilada tiene en su mayoría las mismas definiciones, nos referiremos a esta enfermedad como dengue o dengue clásico, en cuanto a su manifestación más común, y como dengue hemorrágico, en su forma más grave y mortal. Esta clasificación no es arbitraria, por el contrario, es la utilizada por los especialistas asiáticos, quienes tienen una vasta experiencia en el tema.[5]

1.2 Evidencias de dengue en el Perú
La historia del dengue en el Perú no es tan reciente como se pudiera pensar, pues en algunos casos se llegó a confundir con la fiebre amarilla, debido a que el Aedes aegypti también es transmisor de esta última enfermedad.[6]
Precisamente, en 1877, el médico peruano Leonardo Villar publicó en la Gaceta Médica sobre una epidemia que había azotado a Lima y el Callao, además de otras localidades costeras, y que se pensaba en un primer momento que era fiebre amarilla. Sin embargo, este investigador concluye luego de que se trataba de dengue por la sintomatología observada a los pacientes atacados por el mal. [7]
Pero esta no es la única referencia, el doctor Julián Arce, en una publicación aparecida en 1919, llega a la misma conclusión que su colega Villar, pero agrega otro dato inquietante: el brote epidémico que se produjo en 1818 también era dengue.[8]
Pero ¿Cómo era Lima en 1818? El virrey Fernando de Abascal y Souza había entendido que las calles de la Ciudad de los Reyes eran focos de contaminación por la acumulación de basura y aguas estancadas, por lo que decide escuchar los consejos de su protomédico general, el ilustre médico Hipólito Unanue, y realiza algunas reformas sanitarias urbanas como limpiar las calles y construir cementerios en la periferia, quedando de lado los entierros debajo de las iglesias.[9]
Sin embargo, todas estas obras quedan de lado nuevamente por las guerras de la Independencia del Perú hasta que, con los recursos obtenidos por la venta del guano de las islas, los gobiernos empiezan a canalizar y cubrir las sequías y habilitar rellenos sanitarios alejados de la ciudad y a mantener personal permanente para el recojo de la basura. Esto ocurría en Lima en 1877, dos años antes del comienzo de la infausta Guerra del Pacífico.[10] Hecho histórico que sin duda significó otro gran retroceso para el ornato y limpieza de la capital.
También hay otros investigadores que no solo confirman la posibilidad de estos brotes epidémicos en los años mencionados, sino que incluso sostienen que se presentaron en Lima enfermedades similares al dengue clásico en los años 1700 y 1850.[11]
Todo este panorama para la salud pública incluso se prolonga hasta el siglo XX, cuando entre 1903 y 1930, la ciudad de Lima y en varias localidades de la costa peruana se presenta una epidemia de peste bubónica, debido a las graves condiciones sanitarias, el hacinamiento, la tugurización, la acumulación de basura y la persistencia de las conductas antihigiénicas.[12]
En esta situación, la proliferación del Aedes aegypti fue tan alarmante que, a partir de 1940, se comienza a nivel nacional una campaña de erradicación del vector que culmina con su desaparición en 1958, pero vuelve a ser detectado en 1984 en la selvática ciudad de Iquitos, capital del departamento de Loreto.[13]
Todo fue cuestión de tiempo para que en 1990 se presentara la enfermedad en Loreto (Iquitos) y San Martín (Tarapoto), que luego se desplazó a las ciudades de la costa norte. Después, el Aedes aegypti se detectó en el 2000 en Lima, lo que luego se tradujo en un brote en el distrito de Comas, en el cono norte de Lima, en el 2005.[14]

1.3 El dengue en Lima
El vector transmisor del dengue deposita sus huevos en agua acumulada en recipientes naturales o artificiales, por lo que en la selva es muy problemático evitar su proliferación, debido a las fuertes lluvias que siempre se presentan en la Amazonía. Por ello, la fumigación y la utilización del abate son efectivos aliados para controlar la proliferación del insecto.[15]
Pero si en Lima las lluvias son muy escasas ¿Por qué se presentó un brote en el distrito de Comas, en el cono norte de Lima? De acuerdo con un estudio de la Oficina General de Epidemiología del Ministerio de Salud[16], el 13 de abril del 2005, se detectó los primeros casos de esta enfermedad que alcanzaron hasta el 27 de mayo de ese año más de 800 pacientes.
Luego de las investigaciones epidemiológicas se comprobó que la población afectada tenía deficiencia de abastecimiento de agua potable, por lo que debía almacenar el líquido en barriles o bidones, que muchas veces estaban mal tapados. Además, se encontró relación de la infestación con la cercanía de un cementerio que tenía floreros con agua, lugar preferido del insecto para depositar sus huevos.
En el informe se señala también que los casos empezaron a disminuir no solo por las acciones de control del vector, sino por el descenso de la temperatura a raíz del cambio de estación. Aquí es importante indicar que la presencia del insecto transmisor no es suficiente para que una persona se enferme.
Antes, se requiere que la hembra de la especie se alimente de la sangre de un enfermo para luego transmitir el virus al picar a otra persona sana. Precisamente, en el estudio se detectó la presencia de 43 pacientes con dengue importado, es decir que se contagiaron en las zonas endémicas de la enfermedad, antes de venir a Lima, lo cual originó el brote. El Aedes aegypti es un insecto doméstico que se desarrolla en las regiones tropicales y subtropicales, por lo que no soporta el invierno. Se le puede encontrar en zonas hasta con una temperatura promedio de 10 grados centígrados.[17]
Antes del brote en Comas, ya se había realizado una investigación para determinar el grado de infestación del insecto en cuatro distritos del cono norte de Lima.[18] En el estudio se inspeccionó, entre agosto y octubre del 2004, un total de 21,500 viviendas de los distritos de Carabayllo, Independencia, Puente Piedra y, por último, Comas, con resultados alarmantes: probabilidad importante de transmisión de dengue por la infestación del vector. La evaluación se hizo registrándose una temperatura promedio de 18 grados centígrados en la zona.
De acuerdo con un informe de la Dirección General de Epidemiología sobre la situación actual del dengue hasta el año 2010[19], se han presentado entre los años 1990 y 2010 más de 135,000 casos de dengue, de los cuales unos 480 casos, a partir del año 2001 hacia delante, correspondieron a dengue hemorrágico.
Las cifras señalan también que durante el año pasado hubo 15 departamentos que notificaron casos confirmados de la enfermedad. Loreto, Piura, Madre de Dios y Tumbes registraron el 80% de los reportes.
El documento precisa que las principales causas para la expansión del dengue se debe al crecimiento poblacional (29 millones de habitantes en el país, de los cuales 8 millones están en Lima), a las migraciones a la costa de personas que viven en zonas endémicas, a las altas temperaturas y a los intensos periodos pluviales; y al insuficiente abastecimiento de agua potable que obliga a almacenarla (según el Censo del 2007, el 54.8% de la población de Lima dispone de agua intradomiciliaria).
La evaluación también indica que estos barriles y otros contenedores se convierten en criaderos potenciales del insecto porque no se tapan ni lavan con periodicidad. A esto se suma la deficiente eliminación de residuos sólidos (vasijas, llantas viejas u otros recipientes), donde la hembra del Aedes aegypti deposita sus huevos.
Igualmente, el diagnóstico identifica a la falta de cooperación de la población en los programas de fumigación y de utilización de larvicidas (abate), carencia de recursos para la prevención y control del vector y la limitada participación de los gobiernos locales y regionales como obstáculos en la lucha contra la enfermedad.
En el citado informe de la Dirección General de Epidemiología del Ministerio de Salud, también se informa que el departamento de Loreto tiene una alta vulnerabilidad, pues en esta región ya se han presentado casos de pacientes con los cuatro serotipos (Dengue 1, 2, 3 y 4) existentes del mal, con el consiguiente peligro para los grupos de riesgo como son los niños, gestantes y pacientes con enfermedades crónicas.

1.4 El brote en Iquitos del 2011
Según la Dirección General de Epidemiología[20], al 21 de mayo del 2011, murieron en Iquitos 14 personas por un brote epidémico de dengue, de un total de 23 decesos que se produjeron también en Madre de Dios (6), San Martín (1), Ucayali (1) y Amazonas (1). El documento señala que se han registrado hasta esa fecha en el país 23,980 casos, de los cuales el 75% han sido reportados de la región Loreto.
Precisamente, el médico infectólogo, Juan Manuel Nunura Reyes[21], explica en un documento de la Dirección General de Epidemiología que el brote se ha debido a la aparición del genotipo III, del serotipo 2, del virus del dengue (VD2-III), detectado en noviembre del 2010. Esta variante es la misma que en Cuba, en 1981, provocó la muerte de 151 personas, 70 de los cuales fueron escolares.
En su reporte agrega que en los brotes epidémicos presentados en Iquitos en los años 1990, 1995, 2001 y 2008, circularon los cuatro serotipos de la enfermedad, por lo que la población de esta ciudad está sensibilizada (inmunizada). Sin embargo, afirma que esta característica aumenta el riesgo de gravedad ante una segunda infección con otra variante del mal, como la VD2-III, tal como se ha venido presentando.
El médico infectólogo refiere que la sintomatología de los pacientes que fallecieron por esta enfermedad fue, principalmente, intenso dolor abdominal, vómitos y compromiso del riñón y el hígado. Un detalle: recuerda que Iquitos se ha convertido en el principal foco expulsor de casos de dengue en todo el país.
En un estudio reciente del Ministerio de Salud, se determinó en un análisis realizado a 20 distritos con mayor tasa de casos de dengue, que la mayor incidencia estaba relacionada con la falta de acceso de agua potable a las viviendas.[22]
El documento también señala un detalle preocupante: el Aedes aegypti que normalmente desarrollaba su ciclo biológico en el agua limpia (huevo y larva), ahora se ha adaptado a formar sus criaderos en aguas estancadas y turbias.
1.5 El dengue en el mundo
La información más remota del dengue en el mundo se encontró en una enciclopedia china publicada entre los años 265 y 420 D.C., cuya enfermedad se relacionó con insectos voladores y su ciclo vital con el agua. Además, hay evidencia bibliográfica que un mal similar provocó epidemias en varios países antes del siglo XVIII, sobre todo en Asia, África y América del Norte, pero fue después de la Segunda Guerra Mundial, debido a las deplorables condiciones sanitarias en que quedaron los países del Sudeste de Asia y el Pacífico, que se desató una peligrosa pandemia, con una variante mortal: el dengue hemorrágico. Precisamente, fue en Filipinas, entre 1953 y 1954, que se presentó esta enfermedad, que luego se propagó por todo el sudeste asiático a lo largo de 20 años. [23]
En Latinoamérica, la primera epidemia de dengue clásico se detectó en la cuenca del Caribe y Venezuela, entre los años 1963-1964. Cuatro años después, otra epidemia similar se presentó en varias islas del Caribe. Sin embargo, luego de que se detectaran brotes en casi todos los países de Sudamérica septentrional, además de Texas (Estados Unidos), hubo alerta total en 1981, cuando en Cuba, el primer brote de dengue hemorrágico causó la muerte de 158 personas, de los cuales 101 eran niños menores de 15 años.[24]
Un segundo brote de dengue hemorrágico se produjo en Venezuela, en 1989. Aquí murieron 73 personas. En resumen, entre 1981 y 1997, se produjeron en 25 países de América, más de 54,000 casos de dengue hemorrágico y un total de 689 muertes.[25]

1.6 ¿Cómo se cura el dengue?
El dengue es un virus, por lo cual no tiene cura. Por eso, el paciente debe superar la enfermedad con descanso, pero teniendo cuidado de los signos de alarma (como en el caso del dengue hemorrágico) que pueden requerir hospitalización. El Ministerio de Salud aconseja mantener reposo en cama bajo un mosquitero, beber más de dos litros de líquidos al día (sales de rehidratación, jugo de fruta, leche, agua de cebada, de arroz, y otros). No se aconseja beber solo agua, pues puede ocasionar un desequilibrio hidroelectrolítico. Para la fiebre y los dolores, se debe administrar solo paracetamol. La automedicación puede más peligrosa que el propio dengue.[26]
Hay que tener cuidado con los siguientes signos de alarma: sangrados de nariz o encías, vómitos con sangre, heces negras, sangrado vaginal, dolor abdominal, somnolencia, desmayos, convulsiones, manos o pies pálidos, fríos o húmedos y dificultad para respirar. Los pacientes que presenten estos síntomas deben ser inmediatamente hospitalizados.[27]

1.7 El insecto transmisor
El Aedes aegypti, como ya lo hemos mencionado, es también el transmisor de la fiebre amarilla. Precisamente, esta relación fue descubierta en 1881 por los estudios del médico cubano Carlos J. Finlay. Aunque en un principio su investigación fue ridiculizada, en la actualidad el mundo científico lo reconoce como el descubridor del agente transmisor de esta enfermedad.
Las investigaciones de Finlay permitieron después que otro estudioso; Bancroft, diera a conocer las primeras evidencias de que este insecto también podría trasmitir el dengue, por lo cual ahora se tiene claro que la hembra de esta especie está involucrada en la transmisión del dengue clásico y el hemorrágico.[28]
¿Cómo llegó al Nuevo Mundo? A la hembra de este insecto se le puede distinguir porque tiene unas bandas blancas en sus patas. Es una especie del subgénero Stegomya, de procedencia probablemente africana, y que se cree llegó del Viejo Mundo en los barriles de agua que transportaban los barcos durante las colonizaciones.[29]
En resumen, ha quedado claro que este insecto debe ser controlado en su proliferación, pues de lo contrario puede provocar brotes epidémicos en zonas vulnerables y que pueden ocasionar altos índices de morbilidad y mortalidad.

CAPÍTULO II

2.1 ¿Qué es el fenómeno El Niño?
Según el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi), El Niño, llamado también ENSO (“El Niño Southern Oscillation”) es un cambio en el sistema océano-atmósfera que se presenta en el Océano Pacífico ecuatorial, que provoca cambios significativos en el clima (aumento de la temperatura del ambiente) y cuyas manifestaciones pueden abarcar la totalidad del planeta. [30]
Una precisión: el Senamhi indica que también se conoce con el nombre de El Niño, no solamente a la aparición de estas corrientes cálidas en las costas de América, sino a la alteración del sistema global océano-atmósfera que se origina en el Océano Pacífico ecuatorial, es decir en una franja oceánica cercana al Ecuador, entre los meses de diciembre y marzo, aproximadamente.
Otra definición señala que es un fenómeno climatológico caracterizado por el calentamiento intenso y anormal de las aguas superficiales del mar en el Océano Pacífico, frente a las costas del Perú y Ecuador, que origina cambios climáticos en el ámbito regional y global. Se atribuye a los pescadores peruanos su nombre actual, pues empezaron a llamarlo así, debido a que se presentaba a finales de diciembre y cerca de la Navidad.[31]
El Senamhi sostiene que los episodios de El Niño comienzan y terminan aproximadamente en la misma época del año, es decir empiezan en invierno y acaban en el invierno siguiente con su pico más elevado, que también significa el inicio de su declive hasta desaparecer unos seis meses después.
El fenómeno suele durar unos 18 meses. Durante los últimos 40 años se han presentado varios fenómenos que se han investigado científicamente. En los casos “débiles”, la temperatura superficial del mar oscila entre 0,5 grados centígrados y 1 grado centígrado, por sobre la media (14 o 15 grados). En las manifestaciones “fuertes” la temperatura del océano se eleva en más de 1 grado centígrado.[32]

2.2 Antecedentes históricos de El Niño
En un cuadro de probables ocurrencias del fenómeno El Niño en el Perú, entre los siglos XVI y XX, Lizardo Seiner[33] afirma que entre 1567 y 1998, se han producido 20 manifestaciones “muy fuertes”, 27 “fuertes” y 33 “moderados”. Para la presente investigación monográfica, interesa saber que hubo “Niño” en los años 1700 (muy fuerte), 1818 (moderado), 1850 (moderado) y 1877 (muy fuerte).
El investigador agrega que por la información obtenida de fuentes documentales, más no científicas, el fenómeno se habría presentado en 1817 y en 1819, pero para efectos de este estudio y por los márgenes de probabilidad, consignamos que El Niño también se manifestó en 1818, pues, como sabemos, este se suele prolongar por 18 meses, por lo que es posible que lo observado por los peruanos de ese entonces en 1819, se trataba de la etapa de declive.
Los investigadores están de acuerdo de que en el Perú se produjeron en los últimos 30 años dos “meganiños”, uno en el período 1982-1983 y el otro en 1997-1998. El impacto de estos fenómenos es de vital importancia para la presente investigación monográfica, por lo que detallaremos sus efectos.
En el meganiño de 1982-1983, llovió intensamente en el norte del país desde diciembre de 1982 hasta junio de 1983, por lo que se presentaron grandes inundaciones por el desborde de los ríos de la costa. El cambio climático provocó también graves sequías en el Altiplano.[34]
Además, se estima en más de un millón los damnificados causados por este fenómeno, de los cuales más de la mitad se quedaron sin vivienda. Las pérdidas monetarias directas alcanzaron los mil millones de dólares. Eso no es todo: El Niño provocó la muerte directa de 512 personas.[35]
Es importante igualmente indicar que los casos de morbilidad también aumentaron en los casos de enfermedades diarreicas e infecciones más graves como tifoideas, infecciones respiratorias, paludismo, rabia canina y peste bubónica. Al respecto, se reportó daños en más de un centenar de establecimientos de salud por más de un millón de dólares. [36]
En el informe elaborado por el Ministerio de Salud, Oficina de Defensa Nacional y la Organización Panamericana de la Salud se estima que en el meganiño de 1997-1998 los damnificados llegaron a más de medio millón, de los cuales más de 100 mil personas se quedaron sin vivienda. Las pérdidas monetarias directas llegaron a los 1,500 millones de dólares y perecieron al menos 370 personas. Hubo también brotes de cólera, dengue, paludismo y otras enfermedades en el norte del país.[37]
Cabe destacar que durante estos dos “meganiños”, la temperatura del ambiente en la ciudad de Lima varió notablemente, dando la impresión que el verano se extendía algunos meses más con una marcada sensación de calor. Incluso en los terminales pesqueros se podían adquirir especies propias de aguas cálidas como dorado, perico, atún, pez sierra y pota.

2.3 El fenómeno El Niño y el dengue
En un análisis del Ministerio de Salud publicado el 2010 sobre el dengue, se determinó que en 20 distritos estudiados una parte de los casos se presentaron a consecuencia de factores climáticos, es decir al calentamiento global o al fenómeno El Niño. Pero también se descubrió un dato preocupante: que el vector podía reproducirse en aguas estancadas y turbias y ya no solamente en aguas limpias.[38]
En otra investigación se demuestra que en el caso del dengue 2 (serotipo 2) el periodo de incubación del virus en el paciente, que normalmente se producía en unos 12 días y a una temperatura de 30 grados centígrados, se reduce a solo siete días, cuando la temperatura del ambiente se eleva entre 33° y 34° grados centígrados, por lo que la transmisión del virus es tres veces mayor. [39]
Otro estudio sobre las epidemias de dengue en las islas del Pacífico, ocurridos entre los años 1970 y 1995, señala que hay correlación entre la enfermedad y la aparición del fenómeno El Niño.[40]
Por su parte, en un informe sobre la situación del dengue en el 2008, la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud informaron que el comportamiento epidemiológico de la enfermedad en el año 2007, estuvo influenciado por el fenómeno climático, por lo que se detectaron brotes no solo en el Perú, sino en varios países latinoamericanos. [41]
Por todo lo expuesto, queda demostrado bibliográficamente que existe una relación entre el dengue y la aparición del fenómeno El Niño, lo cual puede crear las condiciones para la aparición de brotes epidémicos en las zonas donde prolifera el insecto transmisor y exista la posibilidad de la presencia de pacientes infectados provenientes de zonas endémicas.

CAPÍTULO III

3.1 ¿Un brote de dengue en Lima para el 2012-2013?
A lo largo de esta investigación monográfica, se ha intentado demostrar que existen las condiciones suficientes para que en Lima, principalmente en los distritos del cono norte, se produzca un grave brote epidémico de dengue, con el consiguiente riesgo de la aparición de su variante mortal: el dengue hemorrágico.
Esta hipótesis se fundamenta en la posibilidad, cada vez más cercana, de la ocurrencia de un fenómeno El Niño para el periodo 2012-2013, que tendría efectos similares, según el Ministerio de Economía y Finanzas, al registrado en 1997-1998.[42]
Al respecto, en un comunicado el Comité Multisectorial Encargado del Estudio Nacional del Fenómeno El Niño (Enfen), de fecha 6 de junio del 2011, informó que no existen las condiciones para un evento extraordinario para el verano del 2012, similar a los años 1982-1983 o 1997-1998.[43]
Sin embargo, ¿Por qué el Ministerio de Economía y Finanzas maneja esa información? Luego de investigar, se obtuvo un documento que podría haber pasado desapercibido, pese a que salió publicado dentro de una edición del Diario El Peruano, en mayo del presente año.
Se trata del Marco Macroeconómico Multianual 2012-2014, elaborado por el Ministerio de Economía y Finanzas, y aprobado en sesión de Consejo de Ministros del 25 de mayo del 2011.[44]
En el citado documento se señala que por el efecto del calentamiento global se podría amplificar la frecuencia y la magnitud de este fenómeno, por lo que no se debe descartar en el próximo quinquenio, especialmente el 2013, que se desencadene un evento similar como el ocurrido en el periodo 1997-1998.[45]
De acuerdo con el marco conceptual presentado en el Capítulo II, el fenómeno El Niño se prolonga por un periodo de 18 meses, por lo que los probables efectos se empezarían a presentar en el 2012, mientras que en el 2013 comenzaría su etapa de declinación. Sin embargo, todavía no hay indicios de un fenómeno de gran magnitud, según el Enfen, tal como lo hemos indicado líneas arriba.
Pese a ello, en los medios de comunicación se insiste en el tema. Por ejemplo, el economista de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Gilberto Cárdenas, señala que se espera en el periodo 2012-2013 un fenómeno El Niño de nivel 2, de una escala hasta el 5, por lo que el gobierno deberá invertir al menos $1,000 millones de dólares en tareas de prevención para mitigar los efectos. [46]

CAPÍTULO IV

4.1 Conclusiones

4.1.1 Existe la posibilidad de una grave epidemia de dengue en Lima en caso se produzca un fenómeno de El Niño en el periodo 2012-2013.

4.1.2 Se ha establecido una relación historiográfica entre posibles brotes de dengue en Lima y la ocurrencia paralela del fenómeno de El Niño durante los años 1700, 1818, 1850 y 1877.

4.1.3 Diversos estudios han demostrado que la elevación de la temperatura en el fenómeno de El Niño se correlaciona con la proliferación del vector transmisor y la rápida incubación del virus en el paciente afectado.

4.1.4 Se ha determinado que el Aedes aegypti no solo se reproduce en aguas limpias, sino también en aguas estancadas y turbias.

4.1.5 El sector Salud ha comprobado la existencia del vector transmisor en los distritos de Independencia, Comas, Carabayllo y Puente Piedra.

4.1.6 Un análisis efectuado en 20 distritos con mayor tasa de casos de dengue dio como resultado que la mayor incidencia estaba relacionada con la falta de acceso de agua potable a las viviendas.

4.1.7 Se ha comprobado que el principal generador de casos de dengue a nivel nacional es el departamento de Loreto, pues es de allí de donde proceden los pacientes infectados por el mal.


BIBLIOGRAFIA


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REFERENCIAS

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[22] Análisis de la situación de salud del Perú. Dirección General de Epidemiología. Ministerio de Salud.
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[23] Dengue clásico y dengue hemorrágico. Ob.cit. pp. 6-7.
[24] Ídem p. 7
[25] Ídem p. 8
[26] Guía de práctica clínica para la atención de casos de dengue en el Perú. Ob.cit. p. 21.
[27] Ídem pp. 21-22.
[28] Dengue clásico y dengue hemorrágico. Ob.cit. p. 11.
[29] Ídem. p.11.
[30] http://www.senamhi.gob.pe/?p=0814
[31] http://files.sld.cu/vigilancia2010/10/rtv0398.pdf /files/
[32] http://www.senamhi.gob.pe/?p=0814
[33] Seiner L. El fenómeno El Niño en el Perú: Reflexiones desde la historia. Debate Agrario N° 33. Centro
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[34] El fenómeno El Niño en el Perú. pp. 235-236. http://www.paho.org/spanish/ped/ElNino-cap11-Peru.pdf
[35] Ídem. p. 237.
[36] Ídem p. 237.
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[38] Análisis de la situación de salud del Perú. Ob. cit. p. 85.
[39] Huarcaya E. Rossi F. Llanos-Cuentas A. Influencia de factores climáticos sobre enfermedades
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[41] http://www.paho.org/spanish/gov/ce/ce142-17-s.pdf.
[42] Diario Gestión. Jueves 2 de junio del 2011. p. 8.
[43] http://www.senamhi.gob.pe/pdf/enfen/not_pren_20110607.pdf
[44] http://www.mef.gob.pe/contenidos/pol_econ/marco_macro/MMM2012_2014.pdf
[45] Ídem. p. 90.
[46] http://diario16.pe/noticia/6561-cuidado-con-el-niano